Hola.
En el post anterior os hablé de lo que es el coaching, así que hoy voy a centrarme en la figura del coach.
Para ello voy a compartir con vosotros una metáfora de la que una vez me hablaron en CORAOPS, la escuela en la que me formé como coach.
Viajemos a los años 80 a un cine de sesión continua de los que había en Madrid en aquella época. Por el precio de una entrada sencilla accedías a el pase de dos películas consecutivas. No había orden preestablecido para poder verlas. Tú decidías cuándo llegabas al cine y por tanto empezabas con la película que en ese momento estuvieran poniendo.
Por ese motivo las entradas no estaban numeradas, te sentabas donde querías o podías, pero cuando llegabas muchas veces la película estaba ya empezada con las luces de sala apagadas.
Aquí aparecía la figura del acomodador. Él amablemente te guiaba al ritmo de tu paso con una linterna dentro de la sala, y con la misma enfocaba los asientos libres. Él no te indicaba dónde sentarte. Se limitaba, con amabilidad, a alumbrar las distintas posibilidades de asiento que el espectador tenía en ese momento, pero la decisión última de qué asiento escoger era del propio espectador.
Esto es lo que hace un coach. Acompaña al cliente en la búsqueda de alternativas posibles en la definición de sus objetivos y acciones (los distintos asientos), pero no le dice cuáles son las que debe elegir. Le acompaña en la búsqueda del abanico de posibilidades, pero la decisión final de la alternativa que va a seguir es del propio cliente (el espectador se sentaba en la butaca libre que él elegía).