Definiendo tu objetivo

En muchas ocasiones cuando os sentáis delante de mí y os pregunto en qué objetivo queréis trabajar, arqueáis las cejas hacia arriba mientras que abrís mucho los ojos y os encogéis de hombros y me contestáis;

“No sé…, quiero cambiar las cosas…, me siento apagado y sin motivación…, pero no sé qué es exactamente lo que quiero”.

Tengo buenas noticias. Ni venís de Marte ni sois extraterrestres. Esto es muy común y le pasa a mucha gente. Normalmente cuando entráis por la puerta os empuja la necesidad de reconectar con vosotros mismos, de introducir cambios en vuestras vidas, bien porque vosotros lo queréis de forma expresa o porque sentís que las circunstancias os obligan a ello, pero realmente sentís que no sabéis ni por dónde empezar.

Lo normal en estos casos es que os invite a relajaros a través de algún ejercicio de relajación guiada o de mindfulness, y de ahí os planteé dinámicas de visualización de vuestro futuro ideal.
Esto que puede sonar muy transcendental consiste realmente en hacer parar vuestras cabezas para que os toméis el tiempo de reconectar con aquello que os hace felices realmente en la vida, aquello que os hace sonreír sin daros cuenta y que podría servir de gasolina a vuestras vidas.

Esto es algo que de pequeños muchas veces hemos hecho e incorporado a nuestros juegos, pero que nuestro reloj biológico se ha empeñado en que olvidemos. “Jugar a soñar que somos quien queremos ser, y a vivir donde queremos vivir, y cómo queremos vivir. Un lugar donde todo es exactamente como queremos que sea”.

El hecho de permitirnos recrear esa realidad ideal en nuestra mente, y de ser lo más específicos posibles a la hora de diseñar los espacios, definir los colores, los sonidos y los olores hace que nuestra mente perciba como real dicha ficción, y por lo tanto, la sienta alcanzable. Nuestro cerebro ha apretado un interruptor y se ha encendido la luz.

Es entonces cuando os encontráis que eso que intuíais al principio que tenía que ver con lo que queríais definir como objetivo, ese cambio que sabíais necesitabais dar aunque no tuvierais claro cómo concretarlo, empieza a tomar forma específica. Han empezado a aflorar aspectos concretos que el objetivo ideal a trabajar en las sesiones debe tener. Estáis clavando estacas en el suelo donde empezar a fijar ese objetivo que al principio se presentaba nublado ante los ojos.

Acabáis de dar el primer paso para definir el objetivo.

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