Para hablaros sobre el tema comparto con vosotros lo que dicen Cristina Miaja y Maite García Checa del Instituto CORAOPS sobre el tema.
Cuando tenemos dos años nos sentimos libres y con el derecho a decir no. Decimos “no” a todo aquello que no queremos, a lo que no nos gusta, incluso decimos “no” porque sí, como el simple hecho de expresar nuestra personalidad.
A medida que vamos creciendo, los convencionalismos sociales, el resultar agradables, amables y serviciales nos puede hacer “decir sí”, cuando nuestra necesidad interna nos pide “decir no”.
Las personas vamos adquiriendo a lo largo de los años una serie de creencias que hace que, desde esa óptica, veamos el mundo y nos comportemos como tal. Si yo tengo la creencia de que «si digo que no, no me van a querer”, o que “voy a dañar una relación” o “que me van a despedir” o “que me van a percibir como una persona poco amable”, probablemente me sienta en la obligación de decir que sí, ante las consecuencias que pienso puede acarrear la declaración del no.
Cuando no sabemos “decir no” ante una petición, Podemos ver a la otra persona como una persona desconsiderada, aprovechada y con falta de sensibilidad, en lugar de reconocer nuestra incapacidad para saber decir que no. Vemos al otro como el culpable y nosotros nos sentimos como víctimas de la situación, obligados a decir que sí por el miedo a que se dañe la relación. Este comportamiento de no legitimar nuestro derecho a “decir no”, deteriora más la relación y la emoción de rabia y resentimiento que se produce, en ocasiones, puede ser más perjudicial que el hecho de decir que no.
En la otra cara de la moneda podemos ver que, si nosotros nos relacionamos de esa manera con las peticiones que nos hacen, posiblemente nos costará hacer peticiones, ya que no nos gustará que nos vean como personas aprovechadas y poco consideradas. Además, quizás no estaremos preparados a recibir un “no” por respuesta.
Perderemos muchas posibilidades de pedir aquello que necesitamos por el temor a ser rechazados y que nos digan que “no”.
La persona siente que le dicen “no” a su persona, cuando en realidad le están diciendo no a la cosa o hecho que está pidiendo.
Juicios y creencias asociadas
• “Puedo con todo.”
• “Si digo que no, no me van a aceptar.”
• “Me gusta que la gente me quiera y si digo que no…”
• “Si digo que no, les fallo.”
• “ En esta empresa no puedes decir que no.”
• “No van a contar conmigo si digo que no…”
En los siguientes posts os hablaré de qué nos dicen ellas sobre las consecuencias de no poder decir “No” cuando queremos, y de qué podemos hacer para conseguirlo aunque nos cueste.
Fuente; M. G. Checa, C. Miaja y Centro Excelencia CORAOPS, Artículos distinciones.
Foto; Cortesía de Cristian Newman