Esta distorsión consiste en comportarse “correctamente” esperándose una recompensa de quien se pretende contentar en forma de agradecimiento o reconocimiento. Esto termina agotando física y mentalmente a quien la padece ya que espera algo que a lo mejor nunca llega. Esto genera frustración, enfado y amargura. Esto a la vez puede provocar el efecto contrario al deseado produciéndose rechazo en los demás.
¿Cómo llevamos esto al mundo del actor?. Rescato la siguiente distinción, “Exigencia vs Excelencia”. La exigencia consiste en estar enfocado en un resultado. Todo se hace pensando en un resultado final. La excelencia consiste en enfocarse en el proceso. En la primera se vive el fallo como una derrota, y no conseguir el objetivo final buscado lleva a la frustración. Conseguir el resultado se convierte en una obligación. Si se consigue se vivirá como un deber cumplido quedando poco espacio para la celebración. En la excelencia sin embargo lo importante es el proceso, y el error se vive como una parte del aprendizaje.
Todo esto conecta con la “Falacia de la recompensa”. Con ella se espera un resultado. Si no se produce se genera frustración. Si enfocáis vuestras carreras en la obtención de un resultado, si todo lo que hacéis está buscando una reacción en el otro, en conseguir algo que no depende de vosotros, lo más probable si veis que no se consigue lo deseado es que acabéis amargándoos y abandonando. Por él contrarios si ponéis el foco en el proceso, en disfrutar de las cosas que hacéis en el momento, con independencia de que respondan a una planificación y haya una dirección en todo, un “para qué”, la consecución de un resultado es sólo una parte más del proceso. La percepción final de cómo estáis viviendo el proceso no dependerá de un resultado concreto, ya que habréis introducido en vuestra profesión otras variables que producirán satisfacción, propiciando carreras más largas, en la que el resultado es una parte más de la misma, no lo único que importa.
¿Cómo creéis que estáis viviendo vuestras carreras? ¿Dónde os interesa poner el foco?.
Fotografía de Ayo Ogunseinde